¡Qué poquita cosa! Detalles de la feria.

Después de todo el año esperando con ilusión ver toros en tu plaza y que estos dos días de corridas de toros dejen tan poco en el recuerdo es descorazonador.
Este blog no tiene vocación de hacer crónicas diarias de los festejos que veo pero aunque así fuera, os aseguro que os ahorraría el tostón de leer cuatro líneas sobre dos festejos de tan poco relieve.
Sí os dejo , sin embargo, algunas reflexiones a toro corrido sobre ciertos detalles que me llamaron la atención en la feria (sigo hablando de las corridas de a pie).

Poco público. Se esperaba por circunstancias archisabidas pero no dejó de ser un record negativo ese tercio de plaza del día 28 que dejó el listón de asistencia en el punto más bajo que yo he visto en una corrida de toros en la Feria de Linares en casi treinta años. La media plaza justita del 29 no se puede dar por buena teniendo en cuenta el cartel tan fuerte que se anunciaba.
La presentación del ganado fue aceptable. La corrida de Santiago Domecq con más cara y menos cuajo, la de Sorando con más trapío por detrás que por delante. En general correcta, como digo, aunque el día 29 salieron un par de toros demasiado cómodos de cabeza.
En el juego fueron más parejos aún (sosería y falta de raza generalizada) y a pesar de que se cortaron orejas (de regalo) los toros propiciaron que la parroquia e aburriera de lo lindo.
Quizás ese aburrimiento y mediocridad hizo que también el respetable se contagiara y sacara su peor cara. La gente rara vez estuvo metida en el festejo y hubo poco seriedad y  criterio en los tendidos. El mismo que en el palco que concedió orejas a todo el que la solicitaba...¿quiere usted una orejita? Tenga usted dos para que se vaya contento. Lo vengo diciendo desde hace años y lo repito sin ambages: Hace falta un relevo en el palco de esta plaza. Sin acritud, oiga.
La música sonó de lujo los dos días. Hoy he visto el pasacalles y he añorado el tradicionalísimo Agüero. Una pena que pequeñas tradiciones se vayan perdiendo.
La puerta número uno sigue sin dar acceso a los tendidos. Tras cincuenta años haciéndolo sin ningún problema algun lumbreras o algún reglamento habrá decidido que al pagano, al que sostiene este tinglado, hay que molestarle un poquito más aún y hacerle más lejano y difícil el acceso a la localidad, los aseos y el ambigú. Tranquilos, a este paso  vamos a caber en una habitación los aficionados.
Donde sí se extremó la rigurosidad de la autoridad fue en el callejón. Varios profesionales comentaron que ni en plazas de primera la policía solicita tantas veces las acreditaciones. Baste decir que dos tres agentes se pasaron media corrida hasta conseguir que Alejandro Talavante y Jorge Matilla desalojaran un burladero del callejón para trasladarlo...a otro que estaba a cuatro metros. Eso sí, los vendedores de refrescos deambulaban por los tendidos durante las faenas de los matadores pregonando a voz en grito Hay fanta, coca cola oigaaaa.
El paseillo, con tan sólo tres picadores y el tiro de mulillas cuarenta metros por detras, realmente deslucido y el horariose ha revelado un error, máxime con la inadecuada iluminación de la plaza.

Esto son detalles que no constituyen la esencia del festejo. Está claro. lo que ocurre es que luego no aconteció nada importante que nos hiciera olvidarnos de estas cositas.
En mi retina, la segunda estocada de Curro Díaz y media faena, más apuntada que cuajada, al serio segundo sobrero de Sorando. ¡Qué poquita cosa después de un año esperando!
Esto lo firma uno que paga