
Conoció la montería española más tradicional, y hablar con él te trasladaba a aquellos años en los que no había mallas ni cupos ni carriles, ni grandes tapices de reses... tan solo afición en su estado más puro.
Sin perder un ápice de esta afición cinegética hasta el último día, se ha despedido como el quería, cazando hasta el último momento.
Lo echaremos de menos en las juntas venideras. Que la Virgen de la Caabeza lo guarde en su gloria por siempre.
Descanse en paz.