Entró de izquierda a derecha, a media falda del pechoenfrente. Aunque se tapaba con los pinos por momentos, lo amplio del tiradero me permitió ver bien a la res y valorar..¡qué digo valorar!, disfrutar de la carrera del venado. Su galope era cansino. Templado, es la palabra. Como esos toros bravos que se arrancan al caballo desde los medios.
Se echaba la cuerna a los lomos para evitar el monte alto y ni la distancia, poca, ni mis nervios, muchos, me impidieron apreciar la categoría del animal. No tenía demasiadas puntas. Doce,...catorce a lo sumo pero con un grosor y una envergadura impresionantes.
Julio y yo con el rifle en la cara y el corazón en la garganta mantuvimos, en un segundo y medio, una conversación trascendental entre susurros:
- Tírale hermano.
- No, Julio, hazlo tu.
- ¡Que lo tires, coño!
"Lo voy a dejar hecho un taco, lo voy a dejar hecho un taco"...me convencía mientras el venado me daba la cara en un claro más favorable. Presiono el gatillo muy suavemente,..."Paco, cariño, págale a este hombre las tumbonas y ...¿no te lo había dicho? Esta mañana me han multado el coche los de la O.R.A. en el paseo marítimo"
Con esas palabras mi santa esposa me despertó de ese imaginario lance en La Onza de Gil. Intenté conciliar el sueño de nuevo pero se ve que el venao había coronado la cuerda y desapareció de mi tiradero porque ya no hubo ni lance, ni más siesta "ni ná".
¿Es caro montear? Pues si, mire usted. Pero yo ya he ido dos veces, en mis sueños, a La Onza en lo que llevamos de verano. La pena es que aún no se cómo se me ha dado, pero el día 21 de Noviembre os lo cuento porque...no hay dos sin tres.