No es un logro baladí. No lo es que
una asociación, sea del tipo que sea, alcance el cuarto de siglo de vida. Mucho
menos cuando se trata de un grupo dedicado a la práctica y el fomento de una
actividad como la caza, tan atacada e incomprendida en los tiempos que ahora
corren.
Es de justicia recordar la trayectoria y ponderar los logros que han traído a la Asociación Deportiva Monteros sierra de Andújar hasta aquí.
Su génesis fue en el año 1993 y sus inicios
necesariamente modestos. Los primeros programas estaban constituidos por 7 u 8
monterías de nivel medio o bajo en las que a duras penas se alcanzaba un
coeficiente de 1 res por puesto. A título de curiosidad, la primera montería
del grupo fue Ventanueva, en la que 80 puestos cobraron 56 reses.
Valquemao, Tinajones, La Loma del
Majano, Barranquillos…eran algunas de las fincas que adornaban la cartelera de
Montesa en aquella época aunque fue El Pimpollar el buque insignia del grupo en
los años 90 aportando calidad en aquellas monterías en las sierras sevillanas
planteadas con un sistema de cupo corrido en varias jornadas de caza.
Cambió el milenio con la sociedad
totalmente consolidada y creció el programa tanto en cantidad como en calidad
alcanzando un nivel que no solo se mantuvo sino que se fue creciendo de forma
sostenida. Eran de 10 a 12 las monterías que se daban en los primeros “dosmil”
y ya cada año había 2 o 3 monterías de campanillas. La Bonagua, Corchuelos, La
Chimorra, Torrecillas (una de las fincas que más ha cazado Montesa), Los
Membrillos, Valdelagrana (un monterión fuera de abono), Santa María de Taqueros
eran nombre que creaban expectativas en aquellos años aunque si hay que
resaltar una finca que se apuntaba con el rojo de la ilusión en la agenda de
los socios, esa era Españares de Ramos. Nada menos que 20 cacerías organizó la
sociedad en la finca cordobesa con algunas de ellas para el recuerdo. Fue
también habitual en aquellas campañas la presencia de monterías de la Junta de
Andalucía con especialmente buenos resultados en las de la provincia de
Córdoba: Montera Alta, Montera Baja, Las Erillas…etc.
A final de la década, en 2006, se da
la primera montería en La Loma de la Higuera. Una finca que sería llamada a ser
el santo y seña de Montesa con el tiempo y a dar muy buenas monterías en los
años posteriores. Los primeros días de
caza en la finca cordobesa estaban caracterizados por mucha cantidad y muy poca
calidad. Había en ocasiones cupos combinados de reses selectivas con venados
“normales” buscando la mejora de los trofeos que ha ido llegando con el tiempo
hasta llegar a dar algunas jornadas memorables.
Empieza la segunda década del siglo
XXI con la temporada más numerosa de la historia del grupo. En la 2010/2011
disfrutamos nada menos que de 16 monterías. Supuso además, un despegue muy
significativo de la calidad de las reses cobradas. Contribuyó especialmente al
crecimiento del medallero El Gorgojil, finca en la que Montesa ofreció una de
las mejores y más completas monterías de su historia hasta aquel momento. A
pesar de un día infernal en lo climatológico, aquel 27 de Noviembre 37 puestos
cobraron casi 80 reses con una calidad media altísima y con una docena de
venados que pasaron ,algunos con holgura, el tamiz de la homologación.
Memorable.
En los años inmediatamente
posteriores el programa fue modificando su “fisonomía” y empezaba a parecerse a
lo que es hoy en día. En la temporada 2011/2012 el grupo debuta en Cebrián y al
año siguiente lo hace en Pozasnuevas. Dos fincas de muy alto nivel, la primera
por la calidad de sus reses y la segunda por lo completo y espectacular de sus
resultados. En ambos cazaderos ha habido días buenísimos de caza que han
llegado hasta la actualidad. Por el camino, un rosario interminable de nombres
con la máxima solera cinegética: La Peña, El Pilar, Los Conventos, Caravales,
Alta Baja, Barranco San Miguel, El Álamo, Mezquetilla, Puerto Bajo…etc hasta
culminar con la temporada del XXV aniversario.
Una ambiciosa programación, la
preparada para este año, que ha estado condicionada por una dura sequía previa
que aún nos azota y que hecho que el nivel de las cuernas de los venados se
haya visto claramente afectada. Cebrián, Pozasnuevas, las dos monterías de La
Loma, La Armenta y Los Labraos han supuesto las luces mientras que El Socor y
San Agustín han sido las sombras de una buena temporada en general en la que ha
habido que sortear , con pulso firme y claridad de criterios,muchas visicitudes
que han ido sobreviniendo según avanzaba la temporada.
Las espadas de la ilusión están en
alto y , quien más quien menos, ya piensa en el adelanto de la próxima
temporada que , si no lo arregla una Primavera generosa, podría estar
condicionada también por la sequía y la escasez de alimento en nuestras sierras.
Es de ley recordar la trayectoria y a
las directivas que hicieron nacer y crecer a Montesa hasta llegar a convertirla
un referente de este tipo de asociaciones.
He visto pasar por sus filas muchos aficionados que en algún momento formaron parte de su nómina de
socios. Ha visitado el grupo casi un centenar de fincas donde ha hecho tronar
sus armas en el espectáculo coral que es la Montería Española. Han oído sus
socios el eco de decenas de caracolas de las rehalas más conocidas de nuestras
sierras. Hemos compartido jornadas con muchísima gente del campo que, con su
trabajo, hacían posible los días de caza. Todos esas personas y lugares han
dado un pespunte con el que se ha confeccionado el traje que hoy conocemos como
Montesa. Desde los fundadores (Antonio García, Emilio Briones, José Quesada y José Antonio Medialdea), hasta el socio más reciente han hecho su aportación en distinta medida a la
idiosincrasia del grupo.
Hoy nos encontramos ante el reto de
continuar el camino en un escenario muy distinto del que había a principios de
los años 90. La caza sufre hoy ataques en mayor grado que hace 25 años. El
lobby ecologista, en ocasiones con un tinte radical, tiene el respaldo de
algunos medios de comunicación y el visto bueno de algún partido político. Con
esos apoyos y la inhibición de otras fuerzas e incluso de las autoridades, la
caza es acosada día sí, día también y presentada ante la opinión pública como
una actividad deleznable que atenta contra el medio natural. ¡Qué lejos de la
realidad!
Por si fuera poco, una actividad
autoregulada en gran medida durante siglos ha tenido que adaptarse a la híperlegislación que han traído los
nuevos tiempos. Cumplir con la multitud de normas de carácter técnico,
sanitario, fiscal y laboral ha supuesto un gran esfuerzo para todos los agentes
del sector cinegético, especialmente para las sociedades sin ánimo de lucro
como es la nuestra.
Por último, para terminar de dibujar
el panorama en el que se desenvuelve Montesa hay que destacar la aparición en
escena de muchas empresas organizadoras de monterías así como del nacimiento de
otro buen número de grupos y peñas aumentando la sana y leal competencia e
influyendo al alza en el precio de las fincas. Una tendencia alentada al amparo
de los primeros signos de recuperación económica.
En este escenario afrontamos nuestra
vigésimo sexta campaña y no sería justo pintar el horizonte de oscuro ya que a
la Montería Española se va acercando gente joven que aporta ilusión y ganas no
exentas de buen hacer. Del mismo modo ocurre en Montesa que ha recibido savia
nueva con la incorporación de nuevos socios y que han encajado a la perfección
en el seno del grupo. El carácter familiar de nuestras monterías hacen que los
más pequeños vayan incorporándose poco a poco y de la forma más natural a la
modalidad reina de la cinegética en España.
Con la ilusión del recién llegado, la
madurez del veterano y sin ningún tipo de complejos debemos ejercer nuestra
afición. En primer lugar porque, con ese espíritu, disfrutaremos más nuestra
pasión y le sacaremos mayor partido a nuestras jornadas de caza. Además, porque
con esas armas, como grupo y desde nuestra íntima posición de montero, podremos
ser defensores de la modalidad de caza que nos apasiona y de la práctica
cinegética en general.
No podemos hacerle mejor favor a la
caza que practicarla con intensidad, sin pudor y naturalidad. Buscando siempre
la manera de preservar la pureza y autenticidad de la Montería Española.
Respetando la pieza, cuando está viva y cuando yace a nuestros pies. Cuidando y
preservando el campo, dándole su sitio a las rehalas, a los arrieros, postores
y demás gente que trabaja en nuestros días de caza. Velando por la seguridad nuestra
y la de todos, siendo buenos compañeros. Con Esa actitud, no sólo en nuestras
jornadas monteras sino en el día a día, siendo, en definitiva, el mejor montero
posible es como más eficazmente podemos defender la caza.