En Toros y Caza no perdemos de vista núnca la pieza esencial de la Montería Española: La rehala. Y tampoco tengo la intención de separarme de un rehalero y persona de categoría: Ángel Corchero. Ese amor por la rehala y sus gentes lo traduce en palabras uno de los jóvenes monteros con máas talento y buenas maneras de la última hornada, Juan Galán-Ocaña Nogales. No perdais un minuto en leer esta entrada.
"Ovidio Corchero es reservado y algo tímido como aquel cachorrón de la esquina, no le gusta llamar la atención pero a mí este tipo de personas me atraen como un imán. Él prefiere sin embargo enfundarse en su mono y atascarse hasta el alma en sus cosas de perros mientras su primo Candi y su hijo Ángel muestran a la cámara los perros acollarados al tiempo que hablan sobre cada uno de los animales sin prestar atención al click de mi Canon. Tengo la certeza de que juntos combinan el desafío actual de mejorar una estupenda rehala con la experiencia tan grande como la sierra entera.
Y es que esta familia de orígenes extremeños y afincada en Almadén siempre ha estado revuelta entre perros y eso se nota de lejos. Primero fue Candi el que empujado por la afición se arrimó a su primo Ovidio y sus perros para después terminar de envenenar entre los dos a Ángel que por aquellos años era no más que un guacharrillo y fue ya a finales de los años ochenta cuando decidieron formalizar la rehala.
A sus perros de siempre fueron añadiendo distintos animales de otras rehalas siendo la base de la perrera los cruzados de podenco y mastín. Entre alegrías y decepciones fueron seleccionando perros que latieran y siguieran mucho a las reses sin descuidar la debilidad que todo perrero siente por los marranos. Así llegaron figuras como Rabote, Señorita, Koka, Faraona o Montero que padrearon mucho dando perros espectaculares. La inquietud por mejorar les llevó a tierras galas de donde trajeron grifones y recorrieron muchas perreras de España buscando buenos naveños y alanos. Poco a poco y siempre dirigidos por el buen hacer de Ovidio, han conseguido, a mi parecer, una de las rehalas más equilibradas con las que he cazado.
Son un equipo de 78 compañeros, 3 hombres y 75 perros, todos con un mismo carácter y una única dirección: la montería. Nobles, fuertes, cariñosos, tenaces, elegantes.., de tales perreros tales perros.., perros bonitos que cazan de maravilla. Los tres hombres entienden la rehala como algo moldeable y saben que el perro perfecto para todo sencillamente no existe. Por eso cargan cada día los perros que mejor se adaptan al tipo de mancha a montear en función del monte, las reses.. Por eso aliñan sus sueltas con unos perros que hermanados como están y apegados a sus dueños como son hacen en la sierra las delicias de todo aquel montero que tenga la suerte de verlos cazar y la sensibilidad suficiente para saberlos valorar.
Ovidio, Candi y Ángel sienten debilidad por lo nuestro y no suelen ocupar sus mosquetones con razas forasteras a excepción de los grifones franceses. Naveños, alanos, paterneros, podencos y atravesados son el grueso de esta perrera que termina de adornarse con espectaculares cruzados de grifón y naveño.
Mis tres amigos viven en Almadén, muy cerquita de sus perros, como debe ser. Pero hay más gente entre bambalinas. Ángela, la mujer de Ovidio ayuda todo lo que puede y la mejor forma de demostrarlo es entendiendo esta locura de vida, aceptando que las vacaciones de su hijo Ángel son para montear y cuidando de ellos tres como nadie jamás lo haría; otro hijo de Ovidio, Isidoro, acude desde Madrid siempre que puede acompañado de Ismael y Raúl, los dos lebratos de la saga perrera, rebrotes tiernos para la rehala. Ellos dos son quienes les dan a los perros ese toque de nobleza y docilidad especial que sólo los niños son capaces de improntar en un perro.
Al entrar en sus instalaciones entiendes por qué funciona tan bien esta rehala: los perros adoran a sus dueños, les tiran del mono para jugar con ellos, les pegan hocicazos para que los acaricien y el raboteo de toda la recova agita el aire mientras ellos están allí. Limpios los perros, inmaculadas las perreras, atención veterinaria, alimentación de calidad, renueve de sangre, selección de cachorros…, la ecuación cuadra: una REHALA con mayúsculas.
Montean cada día del año y en cuenta debemos de tenerlo cuando pasen estos señores delante de nuestras posturas. Hay que cuidarlos porque son lo más grande de la montería y tienen una afición que para sí la quisieran muchos monteros. Respetemos su labor y facilitemos su trabajo acercando un perro despistado a la junta o rematando con prudencia y cuchillo un cochino agarrado. Critiquemos con educación cuando así se requiera pues un día malo lo tienen también perros y perreros…pero alabemos su buen hacer cuando nos metan las reses en los zapatos y desluzcamos la escena fallándoles el bicho en ese trasluzón. Que no se nos llene el canuto de cochino y veamos también ese cachorro del año que trae mordiéndole los huevos. Que nos enteremos de una vez de que sin perros no hay montería española…"