El número uno.

Es el primero de una armada de 10 puestos. El número uno de un cierre que corre  paralelo al alambre pero no pegado a él sino que hay mucha tela que cortar entre la línea de escopetas y la malla fronteriza.
Desde que lo ocupé en el mes de Julio y vi como lo bautizaban con la tira colchonera y su reglamentaria tablilla me quedé prendado de el. Domina la boca de un barranco que cae sin mucha pendiente a un arroyo de cierto empaque pero disfruta de las vistas de medio ojeo. Esta casi a pie de carril y no tiene una ubicación precisamente definida. Carece de esa generosa "brazá" de monte que algunas veces coloca un guarda como queriendo señalar donde tiene que poner uno el catrecillo detrás de tan rudimentario balcón. Otras veces es una encina de más porte o mejor acomodo la que señala el punto exacto del puesto. Tampoco es el caso de este número uno que podría estar delante o detrás de cualquier jara de las que monopolizan el terreno, 
Mirando a la derecha serpentea la alambrada haciendo la curva de nivel con cada cañada y, aunque no se aprecia con facilidad, la malla va haciendo un embudo que debiera meter las reses a escasos 50 metros de la postura. Ver barbear las reses y conseguir templar la paciencia hasta poder tirarlas a corta distancia es un placer Montero que imaginé nada más ponerle la cinta al chaparro. No es tampoco un puesto fácil ni el más espectacular de la mancha pero me ha hecho tilín y ya me ha quitado dos o tres ratos de pensamientos.
¿Cumplirá? ¿Asomarán los marranos por él o darán mejor la cara las reses?  ¡Qué barato sale montear cuando ya estás puesto desde el mes de Julio!