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miércoles, 18 de enero de 2017

De ausencias y presencias.


Fin de semana señalado en mi calendario con todas las campanillas habidas y por haber. Interesante en lo cinegético y de trofeo en lo personal.
Una invitación ,el Sábado, por parte de un cazador y persona excepcional y rodeado de un ambiente de lujo a las puertas mismas de Cardeña. Día para disfrutar todo despacio, desde el primer anís que cayó en el cuerpo hasta el abrazo último al despedirme del anfitrión. ¡Qué sitio y qué gente más buena
En el 1 de las chumberas pudimos disfrutar de las carreras de los venados que hoy son bonitos y que el tiempo ha de hacerlos importantes. Una cañada con monte por delante y por detrás perfecta para que se escurriera un guarro. Y se escurrió el marranete. Pero estuve lento porque lo esperaba a la derecha del alcornoque y salió por la izquierda. y ese segundo de ventaja que me cogió ya me hizo ir con retraso en lance. Llegué tarde al clarete donde tenía el tiro perfecto y tuve que tirarlo cuando ya se había metido en el monte con toda la defensa. Sin excusas. Anduve torpe.
No pude disfrutar todo lo que hubiera querido de la hospitalidad que nos brindaban por quedarnos un largo trecho hasta Hornachuelos pero hicimos el viaje con un gran sabor de boca mientras, por el camino, nos llegaban noticias de que en El Peco flojearon los cochinos.

Dos años sin ver a mi amigo del alma, con sus 730 días. Y se nos ocurrió este Verano que el reencuentro sería en Hornachuelos. En Mezquetillas. Allí teníamos una cita Jim, los marranos y yo. Mi amigo, acompañado por un fuera de serie como José Valero, acudió el Viernes. Yo, escoltado por mi hermano y mi hijo, me presenté a la hora del primer gintonic del sábado, pero los guarros, ¡ay, los cochinos! se ausentaron sin previo aviso y fueron menos el cemento de los esperados. Con todo, nuestro querido Urbano se hizo con un pepinazo que tiene un aroma a bronce, si no a plata. Alguna boca más se presentó en la junta.
Recompusimos rapidamente el humor tras el discreto resultado del primer día a base de vino y buena compañía y encaramos el Domingo con la ilusión casi intacta.
Espléndida mañana a las orillas del Retortillo para montear. Prácticamente desde que se abrieron las puertas de los remolques se constató que las carreras y los lances estaban dedicados al cervuno y en menor medida a los que miran por abajo.
En los primeros compases del ojeo tiré un venado pequeño con la suerte de no acertarle. Apretar el gatillo y arrepentirme de hacerlo fue todo uno por el pobre trofeo que tenía. En ese lance garabateado pensaba cuando una ladra suelta a bicho parado me sacó del ensimismamiento. Arrollón de monte en lo alto del gran cerro y carrera zigzagueante cuesta abajo. A la persecución se fueron uniendo no más de tres o cuatro perros siguiendo de nariz, oido e intuición lo que era, sin duda, un marrano pidiendo carbón en su carrera. Se enderezó el viaje del animal y se dirigió exactamente hacia nuestro puesto por una vereda muy tomada que hacía estación en la tablilla del puesto. Los pulsos míos a cien, viendo como se acercaba un bulto de notable tamaño. Los de mi hermano, que jugaba el lance, más tranquilos dejando cumplir al marrano. "Julio, tíralo... Hermano, tíralo..." En lo que se tarda en repetir la frase, el marrano se puso a diez metros. Y fué allí donde mi hermano culminó el lance más bonito de toda la temporada y de muchas temporadas.
Un tiro en el pecho acabó con el animal y desató la emoción de todos, especialmente de Fran, que llegó a la  buena marrana al mismo tiempo que los perros de Ángel Corchero para certificar la jugada y hacerse la primera foto aún con el animal caliente. Sencillamente precioso.
No se oía un gran tiroteo pero en nuestra postura no dejaban de moverse las ciervas y algún venado pequeño que, esta vez sí, levantó los rifles. Fueron apenas unos minutos después de la cochina, y por parecidos pasos, cuando se descolgó un venadete empujado por los perros. En última instancia me ofreció el costado claro y con dos tiros
que hicieron carne dí con sus diez puntas en el suelo. No era una belleza de animal pero le colgó la sonrisa a mi hijo durante toda la mañana. Divertidísimo puesto.
De ahí al final hubo tiempo aún para entrever un buen venado que, por el viso, se quedó sin tirar. Otro decente al que mi collera no alcanzó en tiro largo. Y la visita de nuestro amigo Ángel que hizo las delicias de mi hijo con su excelente rehala.
Largo camino hacia los garbanzos (buena comida de Alfonso) y allí constatar que tampoco Jim y José habían tenido suerte. Hubiera cambiado la mía por la suya este fin de semana.
Tampoco se presentaron los informales marranos a la cita del Domingo. Tan sólo 10, acompañados de 46 venados en el cemento, que pulverizaron mis pronósticos.
Osado de mí, me hubiera jugado diez contra uno, una bolsa de patatas Perdi con cualquiera a que se doblaban los marranos cobrados pero la sierra nunca deja de darnos lecciones especialmente en la difícil asignatura de los jabalíes. Lo que pasa es que se nos olvida pronto.
No me olvidé, ni un minuto, de otra pareja ausente en este fin de semana. La mitad sevillana y mitad madrileña de la collera que forman los hermanos Corcuera tenían su cuerpo y alma en un asunto de hospitales que se ha zanjado con alegría para todos.
Y ya que me pongo a señalar parejas, señalo a la que de hecho forman dos extremeños camino de convertirse en universales, Javier  y Sergio que mataron un venado de extraordinario grosor con cita en la junta de homologación. Gran temporada la de estos conquistadores.

Última etapa Torrecillas de los Montes-La Loma de la Higuera.

7 comentarios:

Jaime dijo...

Mi mas sincero agradecimiento por tus palabras, da gusto tener amigos como tu, gracias Paco.

Yumi dijo...

Un post de los bonitos de verdad.
Intentaré sacar alguna foto a la altura.
Yumis

Anónimo dijo...

Amigo Paco, ha sido un placer compartir este fin de semana contigo y el grupo Montesa,gente excepcional.

Un abrazo hermano.

Jim

Anónimo dijo...

Enhorabuena a Javier Alonso y a Urbano. Hemos pasado un estupendo fin de semana.

Anónimo dijo...

Caza auténtica. No enlatada. Cuando se montea así, especialmemte con los guarros pueden suceder sorpresas y encontrate con menos de lo esperado y otras veces con más. Igualmente enhorabuena a Montesa por la temporada excepcional que llevais.
David

Anónimo dijo...

¿Se ha medido ese venao? Es corto pero...que grosor.

Anónimo dijo...

Entrada muy chula, Paco. Tu pluma sigue siendo tan fina e ilustrativa como siempre.
Con los marranos ya se sabe... Por eso nos "ponen" tanto. La caza es así, la de verdad, claro.

Pedrete.