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jueves, 25 de enero de 2018

Recordando la temporada 98-99


A veces me gusta echar un vistazo a las  estadísticas y recordar temporadas pasadas. La temporada 1998-1999, Montesa presentaba este programa a sus socios:
La Carrasquilla
Arrebolares
La Loma del Majano
El Pimpollar
El Pimpollar
Torrecillas
Torrecillas
El Pimpollar
El Pimpollar

Eran ya buenas monterías aunque los resultados distan de los que se consiguen hoy en día. Como curiosidad decir que la montería en la que más reses se cobraron fue una en la manchega Torrecillas, con 57 reses de tiro.
Aquella temporada, ya lejana, el grupo cobró 217 venados en toda la temporada. Esa cifra, con un poco de suerte la consigue hoy día en dos o tres jornadas de caza. 
En cuanto a la calidad, baste decir que en toda la campaña se homologaron 3 venados que dieron bronce. Muy lejos de la calidad que se cosecha en la actualidad.
Parece que, en cuanto a resultados, no todo tiempo pasado fue mejor....aunque éramos más jóvenes, eso si.

miércoles, 24 de enero de 2018

Mezquetillas, a la antigua.

 Llegamos al puesto de la Pascuala tras haber visto infinidad de muestra ("hechío" que le llama el bueno de Rafa Mateo) a ambos lados del embarrado carril principal.
La montería de Las Mesillas tenía cierto aroma a algunas de antes, de las de hace 30 o 35 años en tiempos en que eran menos las comodidades y menos también las reses.
Se había presentado la mañana con niebla y con dificultades para transitar los caminos de la finca lo que condicionó mucho el desarrollo de la montería.Menos comodidades para monteros, perreros y personal.
Con hora y media de retraso y tras la fumata blanca en la junta para echar a andar la cacería, llegamos al pantano sobre el que se colocaba nuestro puesto dominando un testero enmontado de media distancia realmente bonito.
Había hechío fresco y reciente por toda la orilla del pantano y los alrededores de la tablilla. El terreno, por fin verde, blando y  húmedo cantaba como un libro en blanco que los marranos tenían su itinerario desde nuestra espalda hacia el pantanillo que teníamos delante.
Y fue, nada más soltar, que tres punteros de Fernando Damas de impecables hechuras se metieron en el ladero que protegía nuestras espaldas y dieron pronto con el encame de un marrano al que levantaron.
Mirando hacia atrás escudriñábamos el terreno por el que intuímos muy cerca una carrera corta de apenas 50 metros desde que se levantó el marrano hasta que decidió hacerle frente a sus perseguidores. Tres o cuatro minutos duró la primera refriega del combate aún no localizado del que salían aullidos y gruñidos que ponían la piel de gallina.  Con la llegada de algún refuerzo canino más, se desigualó la contienda y dos maranos rompieron en impresionante carrera sacando en el sprint unos cuantos metros a los perros. Uno de los maranos cruzó por lo más sucio pero el otro dió una pequeña opción cuando para hacerle un tiro de culo que dió con sus huesos en la caja del arroyo donde se le echaron encima los 5 o seis valientes que le acosaban para terminar con el en un instante.
Vi salir del matorral varios perros con heridas y cuando me metí en aquel tunel de vegetación encontré, tumbados espalda con espalda, al navajerete protagonista muerto y a una perra blanca con dos navajazos en el cuello dando su último aliento. Me regalaron ambos su bravura y su vida en un instante triste e inolvidable que me recuerda la grandeza de la montería española y la grandeza de las rehalas y rehaleros.
Con esos momentos me quedo de una buena mañana de montería en Mezquetillas en la que se puso de manifiesto los recursos y la capacidad del grupo en la persona de Antonio García para recomponer una jornada que se había puesto muy complicada y llevarla a buen puerto. La capacidad no se demuestra sólo con la ausencia de problemas sino con la habilidad de resolverlos cuando se producen.
Próxima parada... San Agustí, Armenta y Quejigo.
 En las fotos, sobre estas líneas, Rafael Cañas recogiendo su rehala. Algunas rehalas tuvieron que soltar en la junta y hacer un largo trecho andando con los perros acollarados hasta llegar a la mancha ante el mal estado de algunos carriles. Su vuelta, despues de la paliza, casi corriendo,  llamando a sus perros y sonando sus caracolas junto a la comida se les quedó en la retina a más de uno. Abajo, el resultado de un puesto en La Pascuala.