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lunes, 17 de noviembre de 2014

El cochino de una vida, por Juan Francisco Cobo.

Abrimos las puertas de Toros y Caza a un gran tipo y excelente montero, Juan Francisco Cobo, que protagonizó, con un excelente marrano, la junta de carnes de una montería en la que había muchos y buenos venados. A tenor del buen gusto que tiene nuestro querido Juanfran para montear y para escribir, vereis su firma por aquí más a menudo...si el quiere.
Tomáoslo con calma:


“Los rayos del sol penetraban en el denso jaral donde me encontraba encamado e iban secando mi cansado cuerpo del agua de las últimas lluvias. La mañana discurría plácida y serena, una tranquilidad que empezó a romperse cuando el aire venía a mi jeta cargado de malos presagios. El fuerte rugir de las largas caravanas de coches se iba distribuyendo por toda la mancha y nos ponía en alerta. Se sucedían las primeras carreras de reses ahuyentadas por tal alboroto, intentando escabullirse más pronto que tarde de lo que sabían que se les venía encima. Yo desde lo alto del barranco en “las Chilindranas” no me inmuté, pues a estas alturas de la vida son numerosos los escollos salvados, ¡y en peores me he visto!
El rugir de los vehículos dio paso a otros ruidos más desagradables: los estruendos de los disparos, y lo que es peor, el tintineo de cascabeles y los ladridos de esos bichos del demonio. El tumulto y la algarabía se sentía cada vez más cerca. Era cuestión de tiempo que alguno de esos indeseados diera con mi rastro, pero… ¡que vengan, que vengan!
A media mañana vino el desenlace. Había conseguido burlar el paso de algunos canes, ¡qué cerca han estado! Al siguiente no pude pasar desapercibido. Me descubrió y por mi rastro vino hasta dar conmigo. Le estaba esperando para hacerle frente como otras tantas veces, pero vino acompañado de una veintena de secuaces. Me acorralaron y acosaron hasta obligarme a dejar mi encame. En mi huir cansino y perezoso decidí escurrirme barranco abajo, con el aire delator en la jeta, buscando el paso por el arroyo. Llevaba tras de mí una larga estela de canes. Busqué el cobijo de un jaral antes del último tramo, más despejado de monte. No supe hasta salir al clarete que enfrente se encontraba apostada una familia que había visto toda la secuencia y no me quitó ojo de encima. Aguantaron hasta el final los muy canallas. En esta ocasión no fui capaz como en tantas otras de percatarme de su presencia y dar esquinazo al peligro. Ni un ruido raro, ni un movimiento, ni un brillo que les delatara. En el momento más oportuno para ellos y el peor para mí, al salir del espeso jaral, recibí un balazo, una fuerte sacudida que me hizo perder fuerza, que no vigor, y precipité mi caída hacia el arroyo. Encajé un segundo balazo que ya no me dejó remontar. Quedé en la caja del arroyo donde enseguida me vi rodeado por mil demonios más uno que intentaban hacerme frente. En esta suerte tocó cruz, pero iba a vender cara mi muerte. Con la boca abierta y enseñando mis defensas lanzaba cuchilladas a todo el que osaba acercarse a mí. Sabía que infundía bastante respeto y acongojo, ambos por igual. Las caras de los canes y del canalla así lo reflejaban, pero el fin me vino pronto.
Ya con los ojos cerrados no pude verlo, pero pude sentir cómo aquel joven se fundía en abrazos con su hermano y su padre y cómo se llevaban las manos a la cabeza. El lance acabó para mí en aquel momento, pero pude sentir que para ellos perdurará toda una vida.”

Las Tapias, 15 de Noviembre de 2014

7 comentarios:

Anónimo dijo...

precioso relato y ...mejor aun cochino. Enhorabuena.
D.V

Yumi dijo...

Ole Juanfra!!!

Anónimo dijo...

Enhorabuena por el cochino...y por el venao...y por el gamaco!

Anónimo dijo...

Que bonito Juanfran. Precioso relato. Nos has hecho ponernos en la piel de ese gran cochino.
Enhorabuena por por la narracion del lance y, por supuesto, por ese marranaco.

Pedrete

Anónimo dijo...

Relato acorde con el gran cochino.
En la junta tuve el placer de escuchar el lance en boca de Juanfran, así que ya lo he conocido desde las dos versiones: montero y res.

Enhorabuena a Juanfran hijo por su cochino y su venao, a Enrique por su gamo y su cochino del domingo y a Juanfran padre por su venao del domingo y sobre todo por los pedazo de hijos que tiene.

Un abrazo.

A.G.Jr.

Rafa dijo...

Precioso relato Juanfran!!! Del cochino... no digo ná, que me ha dao pena en el relato...

Anónimo dijo...

Buen fin de semana Juanfran, enhorabuena por el cochino de Las Tapias, y el domingo en La Onza no estuvo mal un bonito venado y el cochino aunque la mano era muy dura con los perros llegamos agotados pasamos buen día.

ANGEL CORCHERO